La Crónica de Benavente

vallesbenavente@terra.es

martes, agosto 29, 2006

"El Memorial" en Ciudad Rodrigo

MARTÍN BENITO LLEVÓ AL SEMINARIO A GINÉS GÓMEZ DE SALAZAR
El acto fue presentado por José Ramón Cid y por Santiago Corchete


El pasado 19 de agosto fue presentado en el Seminario Conciliar "San Cayetano" de Ciudad Rodrigo, el libro de José Ignacio Martín Benito "El Memorial de Salazar. El carnaval del peregrino".
La presentación corrió a cargo de José Ramón Cid y de Santiago Corchete, compañeros de Martín Benito en el Centro de Estudios Mirobrigenses (CEM). Al acto acudieron los medios informativos, así como amigos y familiares del autor y otros miembros del CEM. Tanto los presentadores como el propio autor agradecieron al Seminario civitatense su buena disposición para que El Memorial de Salazar fuera presentado en Ciudad Rodrigo.
El Memorial aborda las peripecias de un clérigo, Ginés Gómez de Salazar, en la diócesis civitatense en el tránsito del siglo XVI al XVII. En la obra se mezclan leyendas y hechos históricos, supersticiones y personajes, en un retrato de época, en el que el autor echa mano de la fabulación.
Foto: Presentación del libro en el Seminario de Ciudad Rodrigo.

lunes, agosto 14, 2006

Martín Benito en la Feria del Libro de Benavente

PRESENTACIÓN EN CIUDAD RODRIGO DE SU ÚLTIMA OBRA
"El memorial de Salazar-El carnaval del peregrino" incluye relatos ambientados en el obispado civitatense y en el norte de Zamora


El jueves pasado, dentro de las actividades de la VII Feria del Libro de Benavente, José Ignacio Martín Benito presentaba su último libro: "El memorial de Salazar. El carnaval del peregrino".
La presentación corrió a cargo del escritor, Braulio Llamero, que ha prologado la obra.
El próximo sabado día 19, Martín Benito presentará el libro en Ciudad Rodrigo, a las 12,00 h. en el Seminario conciliar "San Cayetano". La presentación correrá a cargo de José Ramón Cid Cebrián y de Santiago Corchete.
"El memorial de Salazar" es un relato ambientado en el tránsito del siglo XVI al XVII en el obispado de Ciudad Rodrigo. Por su parte, "El carnaval del peregrino" se sitúa en el espacio geográfico del norte de la actual provincia de Zamora, en el primer tercio del siglo XVII. Los protagonistas de ambos relatos son dos clérigos, Ginés Gómez de Salazar y Andrés de los Palacios; el primero secretario del obispo Martín de Salvatierra; el segundo, chantre de la catedral de Córdoba. Uno, Salazar, viaja por la diócesis civitatense; el otro, el chantre, hace el camino a Santiago por la vía de la Plata, pero se desvía de su objetivo al llegar a La Puebla de Sanabria.
Aventuras y desventuras, supersticiones, procesiones, fiestas y regocijos ambientan un tiempo y un espacio al que nos transporta la narración de Martín Benito. Clérigos, nobles, cómicos, bandidos, moriscos, brujas y hechiceros, barqueros, pregoneros, regidores, mozas de mesón, frailes, buscadores de tesoros, lavanderas, cofrades, alguaciles y corchetes, vasallos tumultuosos y otros personajes, desfilan por las páginas de estos dos relatos.
Foto: Presentación del "Memorial de Salazar en la Feria del Libro de Benavente el pasado jueves 10 de agosto.

lunes, agosto 07, 2006

Crónicas mallorquinas (V)

De un hombre llamado Fidel
y de un amante desbocado

Por José I. Martín Benito

En el Mirador de Ses Barques, con el puerto de Sóller como fondo, los viajeros compartieron comedor con Fidel.
Fidel es vecino de mesa y habla por los codos, ya sea a través del teléfono móvil o con su mujer, una hispano-americana de su misma edad, con la que recientemente acaba de contraer matrimonio. Ha venido a la isla en viaje de novios y le cuenta a su interlocutora, al otro lado del auricular, lo que ha encontrado en Mallorca y lo feliz que es en su nuevo estado.
A través del móvil y en el inmenso espacio del comedor, Fidel habla alto, sin importarle los otros comensales. Cuenta lo feliz que es y arremete “contra los hijos de puta de los catalanes”. Su mujer no habla. “Bastante tiene con oírle”, piensan los viajeros. Tal vez se limite a escuchar los mítines telefónicos de su marido.
Fidel es un cuarentón que lleva gafas metálicas, viste camisa azul de manga corta y se peina a lo “Anasagasti” intentando ocultar una avanzada calvicie. Allí, en la Serra de Tramontana, Fidel, un hombre de empresa, está pletórico y habla, ya se ha dicho, por los cuatro costados. Entre otras cosas hace notar la diferencia de la radio. Por lo visto, las emisoras que él ha sintonizado en Mallorca “dan gusto, pues hablan en castellano”, dice, “mientras que en Cataluña sólo lo hacen en catalán”. Luego asegura que en su carnet figurará la nacionalidad española toda la vida, para añadir también que él es de derechas (como si los viajeros no lo hubieran notado).
Fidel lleva a cuestas más de 1.000 kilómetros en su luna de miel y se le nota pletórico de dicha o de felicidad; a los viajeros no le cabe duda, al menos eso aparenta. Y es que se puede ser feliz y, a la vez, de derechas; no es incompatible.
Cesa, finalmente, la larga conversación a distancia. Hay un momento en el que Fidel y el viajero intercambian una rápida mirada, pues están frente con frente, a menos de cuatro metros. Las mujer de aquel se ha ausentado por unos momentos. Cuando regresa, los recién casados se disponen a dar cuenta de las viandas. De una paletilla de cordero, Fidel sólo deja el hueso. Su mujer, en cambio, ha dejado la mayor parte.
-No le ha gustado- dice el marido a la camarera cuando ésta recoge los platos. Él bebió cerveza; ella agua. Toman postre, café o bombón helado, que en eso no repararon los vecinos comensales.

***



A los viajeros les queda todavía cierto trecho para llegar al fin o al principio, según se mire, de la Tramontana y una ruta plagada de ciclistas. Subirán el puerto de Puig Mayor y rodearán los embalses que abastecen la capital de la isla antes de encaminarse a Pollensa en busca de un puente romano. Pero el objetivo está en el cabo Formentor y en Alcudia y la tarde avanza. Todavía podrán asomarse al vacío y presenciar la danza de dos amantes: el cortejo del mar con la cordillera. Aquel se acerca y besa las plantas de esta, en caricias tiernas o salvajes, que todo depende del furor amatorio. Pero cada embestida va dejando cicatrices y doblega lentamente la voluntad de la altiva montaña. El asedio es permanente. Seculares requiebros amorosos en forma de espuma, que dibujan grutas, minan y ablandan la firme voluntad y acaban por desmoronar a la doncella. Abajo se escuchan los gemidos o lamentos del mar sobre las paredes calizas. El ímpetu es constante. El agua entra y arranca las entrañas de la roca, haciéndola jirones, mientras la vegetación trata de proteger con un tímido manto su desnuda virginidad. Pero el mar es un amante desbocado y antes o después verá cumplido sus deseos.
Es esta una naturaleza agreste. La cordillera lanza aquí los últimos suspiros antes de buscar el descanso marino; sus crestas remedan el lomo erizado de un inmenso dragón que emerge de las aguas.
Como sucede casi siempre, lo que se ansía tarda. La intrincada carretera no parece tener fin. Cuando después de varias subidas y bajadas los viajeros llegan al finisterre mallorquín, el sol se está poniendo entre la bruma. El faro no tardará en orientar a los argonautas que naveguen por esta parte de la isla. Por eso, los viajeros se detienen menos tiempo del que han invertido en llegar. Habrá que darse prisa para llegar a Alcudia, rodeando antes la bahía de Pollensa.


Fotos: Puerto de Sóller desde el mirador de Ses Barques, puente de Pollensa y zona del cabo Formentor en las cercanías de Pollensa.

relojes web gratis