La Crónica de Benavente

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martes, octubre 31, 2006

Libros para una ministra

MARTÍN BENITO ENTREGÓ SU OBRA A ELENA ESPINOSA
En la visita de la titular de Agricultura a Benavente


José I. Martín Benito hizo entrega ayer de su último libro "El memorial de Salazar. El carnaval del peregrino" a la ministra de Agricultura, Pesca y Alimentación, Elena Espinosa.
El autor entregó el libro en el transcurso de la I Jornada de Desarrollo Rural, celebrada en el Parador de Turismo de Benavente, inaugurada por la titular de Agricultura.
En la Jornada, a la que asistieron más de 140 personas, estuvieron presentes los sectores implicados -cooperativas, organizaciones profesionales agrarias, grupos de acción local, asociaciones, alcaldes y concejales...-, así como el Director General de Desarrollo Rural, Francisco Amarillo.
Miembros de la Agrupación Socialista hicieron entrega también a Elena Espinosa del libro "Pablo Iglesias en la Tierra de Campos y en los Valles de Benavente", editado por el PSOE local. Este libro recoge las tres ponencias de las Jornadas celebradas en octubre de 2004 en Benavente, con motivo del centenario de la visita del líder socialista y fundador del PSOE y de la UGT.
El libro, patrocinado por la Fundación Pablo Iglesias, recoge una presentación del presidente de dicha Fundación, Alfonso Guerra y va prologado por el alcalde de Benavente y secretario provincial del PSOE, Manuel García Guerra. Los tres trabajos que integran dicha publicación son de Virgilio Zapatero, rector de la Universidad de Alcalá, que escribe sobre: "Pablo Iglesias: el don de la palabra"; José I. Martín Benito, que diserta sobre: "En torno a la visita de Pablo Iglesias a la Tierra de Campos y los Valles de Benavente en octubre de 1904" y, finalmente, Luis Arias González, profesor de Educación Secundaria en el I.E.S. "Fernández Vallín" de Gijón, que aborda "Casas del pueblo y literatura socialista en España".
Fotos: Martín Benito entrega "El Memorial de Salazar" a la ministra de Agricultura, Elena Espinosa. Abajo, miembros del Comité Local socialista hacen entrega a Elena Espinosa del libro sobre la visita de Pablo Iglesias en 1904.

lunes, octubre 30, 2006

La batalla de Fuentes de Oñoro

GRABADO
Fuentès d´Oñoro (5 Mai 1811)

Entre el 3 y el 5 de mayo de 1811 se enfrentaron en Fuentes de Oñoro la tercera y séptima división del ejército aliado del general Wellington contra los franceses bajo el mando del mariscal Masséna y del general Bessiers, al frente de la guardia imperial. El ejército anglo-portugués consiguió conservar sus posiciones frente a la embestida francesa.
De esta batalla se conservan varios grabados. Uno de los más tempranos es el que aquí reproducimos (30 x 40 cm.), que hemos tenido la fortuna de adquirir en una librería anticuaria. Representa una panorámica de la batalla en las inmediaciones de la aldea de Fuentes de Oñoro. Está impreso por Lemercier, en París, en 1820. El grabado, conforme está firmado en plancha, es de Duron y el dibujo de Th. Yung.
Abajo reproducimos uno de los grabados ingleses más conocidos sobre la batalla.
Batalla de Fuentes de Oñoro - 5 de Mayo de 1811. W. Heath delt. T. Sutherland sculpt.

lunes, octubre 23, 2006

De mis papeles (1)

UN POEMA
Por J. I. Martín Benito

Hoy me he encontrado, entre viejos papeles, con un poema que escribí hace 18 años. Yo por entonces estaba trabajando en Sonseca, un pueblo de la provincia de Toledo, famoso por sus mazapanes y marquesitas, entre otras florecientes industrias. Allí me había destinado el MEC, tras seis años de estar en expectativa. Y allí está fechado este poema, un 25 de octubre de 1988. La mejor manera de asegurar que no se pierda es colgarlo en este blog.


TOLEDO

¿Dónde el tiempo que doró la estancia?
¿Dónde la oscuridad? ¿dónde el olvido?,
sino envuelto en sarcófagos de cerros
que se yerguen, enhiestos promontorios
de siglos y de etapas sepultadas.

Aún resuenan los ecos de la gloria
y se escucha el bramido de los bóvidos.

Toledo
-arrullo de paloma enamorada-
del Tajo cortejando las orillas
y ciñendo el cuerpo de matrona
en el extenso abrazo de su curso.

Toledo,
coronada princesa de arabescos,
escalón del cielo en la Meseta,
tolerante y hostil, cosmopolita;
retazos de una historia que se bate
en la vasta memoria del mañana.

Grabados: Toledo. 1572, Braun and Hogenberg, Civitates Orbis Terrarum.

jueves, octubre 19, 2006

Crónicas mallorquinas (VI)

ALCUDIA: Del ocio al descanso
Por José I. Martín Benito

Los viajeros llegaron a Alcudia al caer la tarde. La luz se iba yendo a jirones. Por eso, apenas si tuvieron tiempo de pasear por la ciudad. Pero tenían que hacerlo. No fue difícil penetrar en su interior, toda vez que las murallas, por estar incompletas, ya no impiden el paso a los forasteros.
Así es. La ciudad les recibe exhibiendo sus puertas y algún que otro paramento, pero, después, tan galanos muros desaparecen y ya no los volverán a encontrar hasta que hayan cruzado la urbe camino del naciente.
Los visitantes han venido a Alcudia para llevarse un testimonio. Por eso deben hollar las calles y empaparse de su aroma arquitectónico, temiendo ser examinados a la vuelta. Tanto les habían hablado de la civitas de la bahía que, a pesar del maratón por la Tramontana, de los ciclistas y de la cola del dragón en Formentor, tenían que verla. Y la vieron, sí; y la disfrutaron, también.
Todavía tuvieron tiempo los viajeros de buscar el teatro romano. Lo hallaron entre palmeras y cipreses, o al menos eso recuerdan. Este espacio, otrora bullicioso, se convirtió con el transcurso del tiempo, en camposanto. El graderío, excavado en la roca, fue perforado y usado como necrópolis. Las glorias mundanas se tornaron en silencio. Del ocio al descanso. De la representación a la muerte. Del bullicio –ya se ha dicho- a la quietud.
“De todo apenas quedan las señales”. Unos y otros se fueron. Lo hicieron las voces de los actores, los aplausos de los espectadores... Se fueron también los huesos de los muertos; al menos sus despojos no están allí.
En cualquier caso, todo forma parte de la representación del Gran Teatro: los viajeros, la naturaleza -desbocada o no-, la ciudad -la real y la soñada...; en suma, la vida y, finalmente, también la muerte con la caída del telón.
Pero dejemos el mundo y volvamos al teatro con minúscula. Aunque la construcción conserva el arranque de la scena, esta también desapareció. El frente escénico fue sustituido por árboles y arbustos, con un panorama lejano que trocó las insulae por los bloques de viviendas, más altos y desafiantes que sus romanos predecesores.
En la entrada o en la salida (según se mire) del yacimiento, una gran placa metálica informa de la fundación de la ciudad en época republicana, de su esplendor y decadencia, así como de los trabajos arqueológicos en busca del pasado -perdido y tal vez olvidado- en aquellos espacios de eternidad.
Del crepúsculo a las tinieblas. Cuando los viajeros salen del recinto ya ha anochecido. Atrás quedan las ruinas que, pese a la sentencia de Lucano, siguen aún permaneciendo. ¡Quién sabe por cuánto tiempo!
Los viajeros hubieran querido disfrutar más de Alcudia, pero la hora manda y también la luna, al completo. Al menos se llevan muchas imágenes en la retina – no sabrían decir cuántas- y otras tantas en el archivo de la cámara digital.
Es hora de regresar a Palma; lo hacen por la misma carretera que les llevó a la capital el día de la arribada. Pararán en Inca, pero sólo para cenar. A estas horas, el cuerpo no quiere dar libertad al espíritu. Y hace bien.


Fotos: Murallas de Alcudia y teatro romano.

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