La Crónica de Benavente

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viernes, marzo 31, 2006

Obispos de Ciudad Rodrigo (siglo XVI)

DIEGO DE COVARRUBIAS Y LEIVA (1560-1564)
por José I. Martín Benito

Nacido en Toledo el 25 de julio de 1512. Hijo de Alonso de Covarrubias y María Gutiérrez de Egas. Siendo todavía niño se trasladó a Salamanca, a casa de su tío Juan de Covarrubias, racionero en esta catedral. Comenzó los estudios de cánones y leyes hacia 1527, según escribe el propio obispo en un manuscrito que reproduce Gil González Dávila. En el estudio salmantino se licencio en cánones. A principios de 1538 recibió el grado de Doctor. Fue catedrático de esta Universidad. El 8 de junio de 1548 pasó de la cátedra salmantina a oidor a la Chancillería de Granada. Fue propuesto para la mitra de Santo Domingo en la Española y su nombramiento fue expedido en Roma el 24 de abril de 1556, aunque no llegó a tomar posesión, pues no pasó a Indias.

Episcopado en Ciudad Rodrigo

En la Audiencia granadina estuvo hasta marzo de 1559. Tras el traslado de Ponce de León a Plasencia, Covarrubias fue nombrado en Roma para Ciudad Rodrigo el 26 de enero de 1560. Recibió las bulas dos meses más tarde en Toledo y el 28 de abril fue consagrado obispo en su ciudad natal por las manos del inquisidor Valdés, asistiendo D. Martín Pérez de Ayala y D. Diego de los Cobos, obispos de Guadix y Ávila respectivamente. Ya obispo civitatense recibió el encargo de Felipe II de visitar la Universidad de Salamanca, para hacer la reforma de sus estatutos, visita que realizó el 12 de agosto de 1560.
Aún no había tomado posesión de su diócesis, cuando el cabildo le consulta sobre las discordias que había entre los conventos por la disputa de a qué religiosos correspondía la predicación en la catedral. Ya en la ciudad, Covarrubias fijó los derechos y obligaciones de las tres canonjías de oficio que había en ese momento, y estableció el régimen económico de la catedral, según refiere Hernández Vegas. Hacia 1561 el obispo mantenía en la Real Chancillería de Valladolid un pleito con la ciudad de Ciudad Rodrigo sobre el pago de trigo y cebada que debían hacer todos los vecinos de la villa episcopal de Sepúlveda de lo que cogían en la jurisdicción de la ciudad.
En su tiempo se erigió en la ciudad la cofradía del Santísimo Sacramento, por bula fechada en Roma el 16 de febrero de 1563.

Covarrubias en Trento
El 9 de febrero de 1562 salió de Ciudad Rodrigo para asistir a la tercera convocatoria tridentina. Covarrubias, acompañado de su hermano Antonio, entonces oidor en Granada, se embarcó en Rosas para Génova y llegó a Trento el 18 de mayo, en cuya asamblea se le contabilizan al menos 10 intervenciones, en especial en asuntos relacionados con los sacramentos.
El 9 de julio de 1562 respondió a los cánones presentados del uso de la Eucaristía. Covarrubias afirmó que la comunión bajo las dos especies para los laicos no era derecho divino ni necesaria para la salvación, para lo que ofreció cuatro cánones compuestos por él. Sostuvo también que la comunión no es necesaria por derecho divino para los niños. Respecto al orden sacerdotal, Covarrubias en la sesión de 27 de noviembre de 1562 manifestó que la jerarquía eclesiástica había sido instituida por Cristo, siendo los primeros, por ley divina, los obispos, como sucesores de los apóstoles, y, tras los obispos, los presbíteros. Se manifestó a favor tanto de la residencia temporal de todos los beneficios como la del obispo. Respecto a esta, manifestó que los prelados que estuvieran ausentes de sus diócesis sin causa justificada durante más de tres meses debían ser multados. En cuanto al matrimonio, planteó la cuestión de la nulidad en relación con los matrimonios clandestinos, colocando a la ley eclesiástica por encima de las civiles y pidió que se aumentara el número de testigos en los esponsales.
El obispo Covarrubias asistió a la sesión de clausura del concilio en 1563 formando parte de la delegación española. Allí, junto a Hugo de Buoncompagni (futuro Gregorio XIII) redactó los decretos De reformatione. Terminado el concilio y firmadas por él las actas, regresó a España por Barcelona a finales de febrero de 1564.

El traslado a Segovia


El 15 de octubre de 1564 fue trasladado a Segovia, en donde tomó posesión el primer día del año siguiente. En el verano-otoño de 1565 asistió al concilio provincial de Toledo, que se prolongó hasta marzo de 1566. Acabado éste, celebró sínodo en su diócesis. Siendo obispo de Segovia, el 14 de noviembre de 1570 se casó en esta ciudad el rey Felipe con Ana de Austria, concelebrando Covarrubias el casamiento junto al arzobispo de Sevilla. Ese mismo año se le encomendó, por real orden y un breve de Pío V, visitar el monasterio de las Huelgas de Burgos. En octubre de 1572, cuando realizaba la visita, fue nombrado presidente del Consejo de Castilla.
El 6 de septiembre de 1577 fue trasladado a la mitra de Cuenca, pero sin haber tomado posesión murió en Madrid el 27 de septiembre de 1577. Su sepulcro está en la catedral segoviana, con una espléndida estatua yacente de alabastro y un epitafio que reza:


“ILLUSTRISSMUS D. D. DIDACUS COVARRUVIAS
A LEYVA HISPANIARUM. PRAESES SUB PHILIPPO II
HVIS SANCTAE SEGOBIENSIS ECCLESIAE EPISCOPUS, HIC SITUS EST OBIIT KAL. OCTOBRIS. ANNO LMDXXVII. AETATIS. SUAE LXVI


Canonista

Diego de Covarrubias tuvo fama de gran canonista. Entre sus obras cabe destacar: Locorum Catholicorum tum Sacrae Scripture tum etiam antiquorum Patrum pro ortodoxa... dirigida contra Calvino (Venecia 1564); Oratio habita ad Oecumenicam Synodum Tridentinam die celeberriba Sanctorum Omnium anno MDLXII; Commentarii in Librum Job, Comentarios al profeta Daniel, Tratado de Eucaristía...
Fue retratado por Alonso Sánchez Coello y su taller, hacia 1574. Ese año, era obispo de Segovia y Sánchez Coello realizaba las pinturas del retablo de la iglesia parroquial de El Espinar. Una réplica también del taller de Sánchez Coello se encuentra en el Sagrario de la catedral de Segovia. El Greco lo pintó dos veces, una de ellas, basándose en el retrato de Coello y otra en el retrato de grupo que acompaña el Entierro del Conde Orgaz, en donde aparece también su hermano, el famoso humanista Antonio de Covarrubias.
Fotos: Diego de Covarrubias, retrato de Sánchez Coello; Covarrubias en el Entierro del Conde Orgaz (detalle), de El Greco y sepulcro del obispo en la catedral de Segovia.

lunes, marzo 20, 2006

Artículo de opinión

MAÍLLO Y LA CALLE
por José Ignacio Martín Benito

El presidente del Partido Popular de Zamora y, a la vez, de la Diputación Provincial, Fernando Martínez Maíllo, quiso emular a sus mayores. En un alarde de entroncar con las lapidarias frases de las viejas glorias de su partido, vino a decir que, ahora, la calle era también de él.
En la mente de más de uno, nos recordó aquella célebre frase de Fraga, cuando gritó aquello de “¡la calle es mía!”, mientras temblaban los cimientos del régimen. Eran otros tiempos y don Manuel ejercía de Ministro de la Gobernación.
No sé de qué ejercerá ahora Martínez Maíllo. Pero en poco tiempo ha cambiado el despacho por la rúa. Bienvenido a la calle que, en efecto, es de todos. No hay país que más viva en la calle que España; será el clima mediterráneo, aunque en estas tierras esté continentalizado y los inviernos sean fríos.
Como un témpano sonó en algunos oídos la llamada a “ocupar la calle, que no pase nadie” de Maíllo y Cía. De manera que sus seguidores se preparaban ya para lanzar sus huestes contra el “malvado” ZP, causante de todos los males seculares que aquejan a esta provincia, desde los mismos tiempos de la Restauración canovista.
Al final, nadie sabe qué es lo que pasó, pero el caudillo de los populares zamoranos no salió a la calle cuando todos le esperábamos para clamarle. Ese día los zamoranos esperaban un mesiánico libertador que, finalmente, decidió quedarse en casa.
Sólo se vio a su lugarteniente, Alberto de Castro, cariacontecido; dicen algunos que circunspecto por tanta orfandad, intentando justificar la clamorosa ausencia. En la Plaza Mayor de Zamora, mientras sonaba el bolero de Algodre, algunos dicen que le oyeron tres carcajadas a medio gas: "¡JA!, ¡JA! y ¡JA!", que repitieron las ondas radiofónicas de extremo a extremo de la provincia. Dicen también que varios de los concentrados, entre ellos Manolo Vidal y Herrero Magarzo, pidieron un farol –como Diógenes- para buscar a Maíllo; pero no estaba la noche para búsquedas.

Este artículo puede verse también en:
http://lavozdebenavente.blogspot.com

jueves, marzo 16, 2006

El Memorial de Salazar en La Opinión-El Correo de Zamora

EL MEMORIAL... EN LA PRENSA


El diario "La Opinión-El Correo de Zamora" publica en su edición de hoy, jueves, 16 de marzo, una breve reseña del libro "El memorial de Salazar. El carnaval del peregrino".
También el semanario "La Voz de Benavente y comarca" del pasado sábado 11 de marzo, a propósito de la publicación del Memorial... , incluyó una entrevista con el autor.
Foto: Noticia en "La Opinión-El Correo de Zamora".

lunes, marzo 13, 2006

Artículo de opinión

PREGUNTAS
Por José Ignacio Martín Benito

Las Diputaciones Provinciales surgieron en el siglo XIX como corporación que aglutinaba a diversos representantes de los ayuntamientos, extraídos de entre los diversos partidos judiciales.
En nuestro ordenamiento democrático, la provincia es una entidad local con personalidad jurídica propia, determinada por la agrupación de municipios. A cada partido judicial le corresponde la elección de un determinado número de representantes o diputados. Una vez elegidos, éstos nombran de entre ellos al Presidente de la Diputación.
Entre las funciones encomendadas a las Diputaciones Provinciales está el gobierno y la administración autónoma de las provincias (artículo 141 de la Constitución). En nuestro, caso, la Diputación de Zamora atiende a más de 200 municipios.
Y aquí surgen las preguntas: Si el Presidente de la Diputación de Zamora representa a toda la provincia, ¿cómo es que, después de casi tres años de su elección, no ha cursado todavía visita al ayuntamiento de la segunda ciudad de la provincia, esto es, a Benavente?. Que sepamos ha estado en el de Zamora –del que es concejal- ; en el de Toro, varias veces..., en Camarzana... y en tantos otros. Pero, lo repetimos, todavía no ha visitado el ayuntamiento de Benavente. Y oportunidades ha tenido.
¿Por qué no lo ha hecho? ¿cual es la razón? ¿Escucha también el señor presidente Martínez Maíllo sólo a Wagner? ¿Teme el presidente zamorano al alcalde benaventano? ¿O también ha perdido la referencia institucional?

Este artículo puede leerse también en:
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jueves, marzo 09, 2006

Artículo de opinión

ÓSCAR REGUERA O EL ESPÍRITU DE WAGNER
Por José Ignacio Martín Benito
Decía Woody Allen, en su película Misterioso asesinato en Manhattan (1993), que cuando oía la música de Wagner le entraban ganas de invadir Polonia.
A algunos dirigentes o destacados miembros del Partido Popular de Zamora le sucede algo parecido: oyen la palabra “Benavente” y comienzan a apuntar sus cañones de artillería verbal contra la ciudad, sus instituciones y sus representantes.
Ayer mismo, sin ir más lejos, el delegado territorial de la Junta de Castilla y León profirió, desde Zamora, duros epítetos al alcalde de Benavente. Durante cinco largos minutos, Reguera, que presentaba la actuación del SACYL en la provincia, dejó de lado su papel institucional, esto es, de representante de la administración regional, y se tiró al monte, a la caza y captura de Manuel García Guerra, alcalde de Benavente.
Calificativos o dentelladas de “insensato”, "inconsciente", "inconsistente", “insensible”, “radical” o “sectario”, con los que se despachó todo un cargo institucional como don Óscar en relación con el alcalde de Benavente, no son la mejor manera de establecer un puente entre la administración regional –la Junta- y los ayuntamientos de la región, en este caso Benavente.
¿Se imagina alguien, por casualidad, a Miguel Alejo, delegado del Gobierno en la región, dirigiendo estos o similares calificativos, que rayan el insulto, al presidente Juan Vicente Herrera? Seguramente, no, ni por asomo.
No se quedó ahí el señor Reguera. Acabó diciendo que los benaventanos no se merecen al alcalde que tienen. Convendrá recordarle al señor Reguera que si no quiere ser respetuoso con la institución a la que representa -la Junta-, sí lo sea, al menos, con la decisión de los vecinos de Benavente que, con su voluntad, eligieron y prefirieron que fuera García Guerra el alcalde de la ciudad. Nadie discute que el cargo de delegado territorial sea de designación digital y que no medie la elección directa.
Y es que no sólo es cuestión de saber estar a la altura de la institución a la que se representa sino también de educación. Sería muy triste que el delegado de la Junta pudiera estar huérfano de ambas.
Esta obsesión que algunos sectores conservadores tienen desde Zamora con respecto a Benavente convendría que se atemperara. No es buena y, además, puede producir úlcera de estómago. Es mejor tomarse una tila y escuchar no sólo a Wagner, sino también a Mózar, en el año del 250 aniversario de su nacimiento.
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domingo, marzo 05, 2006

Artículo de opinión

LA FUERZA DE UNA COMARCA
Por José Ignacio Martín Benito

Asistí como invitado al VI Congreso Comarcal Ordinario de la Unión General de Trabajadores este pasado fin de semana en Benavente.
El lema que esta vez la UGT eligió para este encuentro rezaba en grandes letras sobre el escenario: “La fuerza de una comarca: La Unión de la Gente Trabajadora”. Comenté con los asistentes que me parecía un acierto dicho lema, porque, en efecto, Benavente y los Valles y todo el norte de la provincia, desde Campos hasta Sanabria, espera aglutinar esos esfuerzos para progresar y mejorar.
El eje de la A-6 y de la A-52 que vertebra todo el norte provincial debe ser una vía dinamizadora, de impulso social y económico.
Los indicadores socio-económicos revelan que Benavente es un polo de crecimiento demográfico en el oeste de la comunicad de Castilla y León. Este avance no se entiende si no hay detrás también un pulso social y económico.
Por eso, los esfuerzos de todos los colectivos sociales: empresarios, sindicatos, asociaciones y administraciones de diverso tipo, deben estar encaminados a impulsar este foco de desarrollo.
Benavente debe convertirse en una ciudad que de y multiplique los servicios a su población y a la de todas las comarcas limítrofes. Debe tener vocación –la tiene- de convertirse en una alternativa entre las ciudades de León y Zamora. Servicios sanitarios, sociales, educativos, culturales y administrativos son vitales para no perder el pulso.
Pero Benavente debe ir más allá. Debe aspirar a tener sus propios órganos de decisión y no estar a expensas de lo que se diga desde Zamora. En este sentido, sería conveniente que la ciudad pudiera tener también su propia Cámara de Comercio e Industria, como la tienen en la región Arévalo, Astorga, Béjar, Briviesca y Miranda de Ebro.
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sábado, marzo 04, 2006

El Memorial de Salazar en "El Norte de Castilla"

3-marzo-2005
Martín Benito publica la obra 'El memorial de Salazar'
EL NORTE/BENAVENTE


El historiador José Ignacio Martín Benito acaba de publicar un libro de relatos, 'El memorial de Salazar, el carnaval del peregrino', donde aprovecha dos personajes eclesiásticos como hilo conductor para acercarse a otras épocas históricas y reproducir ambientes de los siglos XVI y XVII en la Diócesis de Ciudad Rodrigo, su ciudad natal, y una antigua Zamora y sus conventos de Moreruela, San Martín de Castañeda, etcétera.
Martín Benito se acerca en este segundo relato a los lugares típicos de la Ruta de Santiago que recorrían los peregrinos en las comarcas de Benavente y Sanabria por la Vía de la Plata.
El clérigo se encuentra en su ruta con cómicos, nobles, frailes, mozas de mesón, barqueros, bandidos y el conde de Benavente, a los que retrata.
José Ignacio Martín Benito ha publicado con anterioridad 'La ínsula Barataria' y 'La Torre de Babel', en los que recoge artículos publicados en prensa, además de publicaciones relacionadas con su investigación arqueológica e histórica, en especial referidas a la zona norte de la provincia de Zamora y a Ciudad Rodrigo, aunque este es el primer título donde se acerca al relato literario.El escritor zamorano Braulio Llamero es el autor del prólogo de esta nueva obra literaria que el autor ilustra con grabados de Francisco de Goya, referentes a una época en la que están ambientados los dos relatos de la misma.

viernes, marzo 03, 2006

Juguetes

“Cheri Bomba”
Por J. I. Martín Benito

Guardo pocos juguetes de mi infancia. Entonces los regalos de Reyes duraban todo el año. A veces, ni eso, sobre todo si era mazapán lo que dejaban en casa de la abuela. Recuerdo que mi hermano Juan Carlos disfrutó de más juguetes que yo, pero también los fundía antes.
Los que más me gustaban eran “los indios”. Aquellas figuras de plástico que se compraban en el quiosco por poco más de una peseta. Luego subieron a 3, después a 5. Eran minúsculas figuras de no más de seis o siete centímetros, con las que los niños nos entreteníamos. Las había también mayores que, por su precio, escaseaban.
Mi primo y yo teníamos varias, que juntábamos en una caja en el desván. A veces le pedíamos a nuestro amigo Andrés que sacara el fuerte: un complejo de madera que era la admiración –no sé si la envidia- de todos los muchachos. Y allí en su puerta, o en las vecinas “lanchas” del señor Luciano, desplegábamos los ejércitos de indios y vaqueros.
Andrés tenía también algunas figuras de mayor tamaño que le habían regalado sus tíos. También mi primo Luís Mari disponía de un jefe indio de gran plumaje y rifle en la mano.
Pero la admiración de todos era el “Cheri Bomba”. Y ese era mío. Un año me lo trajeron los Reyes y fue la admiración de todos mis amigos.
-Andrés, saca el fuerte- le decíamos.
- Vale, pero tu traes “el Cheri Bomba”.
Y yo iba a casa a buscar al vaquero. Le llamábamos así, “Cheri”, porque tenía unas estrellas en los pantalones. El personaje iba bien armado: dos cananas a la cintura con sendas pistolas, rifle en la mano izquierda y un cartucho de dinamita –la bomba- en la mano derecha, a punto de ser arrojado. Recuerdo que también tuve otra figura de estas, de las grandes; era “El Peladilla”, un indio con la cabeza afeitada y de duras facciones, que un día me regaló mi prima Fe. No sé que fue del “Peladilla”. El “Cheri Bomba” lo conservo. Un día lo reencontré en casa, en Ciudad Rodrigo, y lo traje para Benavente. Aquí lo tengo, en un estante de mi librería.
Cuando miro al “Cheri Bomba”, me acuerdo de Andrés, de Manolete, de Javi y de mi primo Luís Mari; me acuerdo también de los hermanos Casimiro y Pedrito Ratero Mateos y de aquella infancia en el Arrabal del Puente; y de “la Encañería”, la fuente en la que más de uno se cayó al intentar beber agua. Y ahora, que escribo estas líneas, me acuerdo también de mi maestra, doña Joaquina, y de la leche en polvo y de la hoguera de San Antón en el Toral y de las casetas que hacíamos el día del Corpus, una vez pasada la procesión, con las ramas de los árboles que engalanaban las paredes de las calles. Y recuerdo también, cómo olvidarlo, el ruido de las carracas en Semana Santa y el “Monumento”... y el tañer de las campanas que anunciaron aquel domingo muy de mañana la muerte de Alejandrito, a quien el juego del carburo se lo llevó.
Y todo eso me trae a la memoria este vaquero que me acompaña desde mi niñez, este “Cheri Bomba”, osado e intrépido, testigo mudo del paso del tiempo y de una infancia irrepetible.

jueves, marzo 02, 2006

Nuevo libro de J. I. Martín Benito

EL MEMORIAL DE SALAZAR

El lunes de Carnestolendas llegaba a Benavente el nuevo libro de José Ignacio Martín Benito: El memorial de Salazar. El carnaval del peregrino. Se trata de un libro que contiene dos relatos, uno -El memorial de Salazar- ambientado en el obispado de Ciudad Rodrigo en el tránsito entre los siglos XVI y XVII y el otro -El carnaval del peregrino- con el espacio norte de la provincia de Zamora como protoganista en la tercera década del siglo XVII.
El prólogo es del escritor zamorano Braulio Llamero ý, además del libro, puede verse en el Blog Virutas y Hojarascas, concretamente en:
El investigador y medievalista Juan José Sánchez-Oro Rosa ha hecho una crítica del Memorial en la página web del Centro de Estudios Mirobrigenses, a la que nos remitimos. Si quieres verla entra en:
http://www.centrodeestudiosmirobrigenses.com/index.php?id=0,83,0,0,1,0

Ficha técnica:
EL MEMORIAL DE SALAZAR. EL CARNAVAL DEL PEREGRINO
José Ignacio Martín Benito
Con grabados de Francisco de Goya
Prólogo de Braulio Llamero
156 pp.
Serie Calíope, 3
Benavente, 2006
Gráficas Cubichi
ISBN 84-609-9433-3
Depósito Legal. ZA nº 5

YO QUIERO SER COMO GINÉS
Juan José Sánchez-Oro Rosa

Parafraseando a la adolescente de esa reciente película que quería ser como Beckahn, yo quiero ser como Ginés Gómez de Salazar y pasear por la Miróbriga del siglo XVII que nos ha dibujado al detalle Martín Benito. Quiero probar la migá en Abusejo, subir a la ciudad de Caliabria, descender al pozo Airón, buscar oro en el Águeda, toparme con bandidos, hechiceras o moros y tantas más cosas extraordinarias que le suceden al bueno de Ginés en sus andanzas por cada rincón del obispado.
Un relato cincelado a golpe de fiel prosa de época, de tal modo, que uno acaba confundido, no sabiendo bien si está ante una obra de ficción, o si José Ignacio se ha limitado a desempolvar y transcribir un manuscrito hallado casualmente en un oscuro archivo. El Memorial adquiere así el sabor de esas fuentes dudosas como el Necronomicon de Lovecraft o la insuperable biblioteca borgiana que nunca nos terminan de disipar la incertidumbre de saber si existieron en verdad o no. Y es que la narración coloca al lector al borde de lo posible sobre parajes de Ciudad Rodrigo reales que ahora se cubren de leyenda, fantasía y tradición.
Sin duda, las peripecias de este clérigo acabarán instalándose en el imaginario colectivo mirobrigense. A buen seguro y no mucho tardar, cualquier viajero de la diócesis será sorprendido por un paisano que interrumpirá su visita para decirle: “Sepa, caballero, que cerca de aquí y según cuentan las gentes del lugar, hace varios siglos, un joven cura vivió unos sucesos curiosos. Todo comenzó...”. Y entonces ese comienzo no tendrá fin. Enhorabuena José Ignacio.

miércoles, marzo 01, 2006

El Memorial de Salazar (y III)

POZO AIRÓN (y III)
J. I. Martín Benito
Cuando pudimos ver de nuevo la luz del día, di gracias al Altísimo. La ascensión resultó ser más fácil que la bajada, pues los de arriba casi me alzaron en volandas. Y ya todos juntos, nos dispusimos a dar cuenta de un poco de pan, vino y queso y a comentar lo que allí abajo habíamos visto y de lo que se creía y contaba acerca de aquella sima. Y uno de los lugareños, que parecía el más avispado y aficionado también, como yo, a las cosas antiguas, dijo haber oído que el pozo era la boca de un túnel que llevaba hasta la ciudad. Los otros, sin embargo, añadían que bien podía ser, pero que también tenía comunicación con el río y en prueba de ello añadieron que algunas cabras que por allí se despeñaron, aparecieron después en el Águeda, que dista de aquí legua y media. Pero todos creían también que era o había sido aprovechado como guarida de ladrones, o en reuniones de brujas y hechiceros que se reunían allí para hacer sus conjuros.
En esto estábamos cuando, de pronto, advertimos que de la boca del pozo comenzaba a salir humo, de lo cual resultó que mis acompañantes, muy alarmados, huyeron despavoridos, persignándose y clamando la ayuda divina, sin detenerse siquiera a saber o comprobar la procedencia de aquello. No sin cierto temor me acerqué a la boca del pozo, y pude ver la causa: una de las teas que habíamos abandonado cuando iniciamos la escala había prendido unas matas verdes que se criaban en el fondo, donde llegaba la claridad y esta era la razón y no otra.Yo, tengo para mí, que más que todas las cosas de fabulación que dicen, el citado pozo es una mina de hierro abandonada, pues se veía óxido en las paredes. Y la corriente que sentimos y los silbidos que oíamos allá dentro deben ser producto del aire que se mezcla por alguna grieta o embocadura oculta. Cuándo se fabricó no lo puedo decir, pero bien podría ser obra de romanos o de moros, como otras que he visto yo en mi tierra de Lorca. De otro Pozo Airón tuve noticia en otra visita que hice a Las Arribes al año siguiente, donde me informaron de la existencia de una caverna excavada por el agua en el lugar de Pereña, que es ya del obispado de Salamanca y esta no es mina, sino capricho de la naturaleza. Así que, por aquí, deben llamar Airón a todas aquellas cavidades que penetran en el interior de la tierra. Y según cuenta Ambrosio de Morales, cerca de la villa llamada el Castillo de Garci Muñoz, en la Mancha, hay un lago del mismo nombre, no muy grande, pero muy profundo, al que no se le conoce fuente ni manantial. Y el nombre de Airón debió ser el de alguna divinidad de las simas y de los abismos, a la que adoraban o rendían culto los naturales de Hispania, antes que nuestra santa fe se propagara por ella.
Foto: Campos de Garci Muñoz. Fotografía de Antonio Real.

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